Tiempo atrás en 2014 -2015 cuando comencé (en serio) con la tesis, me preparé para dar una revisitada la serie de Cosmos, (con Carl Sagan y también la de Neil DeGraysse) para recordarme y volver a experimentar ese entusiasmo por la investigación que me impulsó a quedarme en la Lingüística confiado de las pequeñas aportaciones que se podrían ejecutar desde ahí. La serie fue efectiva y me dio buena motivación para emprender el trabajo con confianza y grandes expectativas.
Un momento autocrítico me golpeó cuando, en una de las clases de mis múltiples asesores entablaba conversación con una chica que acababa de entrar a la maestría, comentó tras explicarme el tema de su tesis la frase: 'creo que sí cumplimos con el objetivo, sí cumplimos con el objetivo'. Esa frase se quedó conmigo remitiendo a todos los memes de tesistas que ponen en perspectiva el hecho de que tu tesis no va a cambiar el mundo, una desilusión muy de las humanidades que persiste para calmar las ambiciones que alejan a los estudiantes de concluir con su tesis. ¿Acaso lo único a lo que aspiramos es a cumplir los objetivos?
En las ciencias exactas, química, física, y otras ingenierías, los pequeños estudios sobre reacciones químicas o procesos biológicos pueden cambiar la manera en que consumimos alimentos, manufacturamos tecnología o se nos administran medicamentos. Pero en el terreno de la lingüística, la psicología, la filosofía, la antropología, (etc.) de poco vale la diferencia entre un proceso del pensamiento, o las reacciones comportamentales de una ratita o de una comunidad, en la región que sea o subcultura urbana específica. Porque hacen falta unos pocos factores para que el proceso estudiado cambie.
La importancia de Cosmos no es solo su información estructurada para que comprendamos los descubrimientos más relevantes sobre la identidad humana a través de la ciencia, con algunos aspectos de la historia que le dio forma a esos descubrimientos. Cosmos me enseñó desde la primera vez que la vi, no solo a tener entusiasmo por la investigación y el descubrimiento, sino a buscar el espacio para experimentar con lo que investigo y descubro. Creo que la faceta más importante de su mensaje es el espíritu que deberíamos tener todos frente a la vida.
Me recordó mucho al texto de Virginia Wolf, un Cuarto propio (una habitación propia dependiendo de la traducción), que desde mi lectura de hombre cisgénero sin planes de cambiar mi identidad, es perfectamente un texto sobre la libertad del pensamiento y la autonomía, la cual inicia desde tener un espacio donde desenvolverte a tus anchas. La libertad inicia en tu espacio propio, donde tu pensamiento se vierta a sus anchas.
En el espacio del pensamiento crítico sucede de manera similar. Ya sea en el ámbito académico o en medio de las redes sociales, te enfrentas a la información y desinformación, en tales contextos tener una postura predeterminante de antemano puede hacer la diferencia entre comprender lo que está sucediendo en la sociedad que te rodea o comprar tu propia versión de lo que ves. Una amiga adentrada en los estudios de género padeció de eso hasta el último día en que hablamos. Eso me hizo notar lo terrible que puede ser no consolidar una mirada crítica. Hay muchos académicos humanistas convenciéndose de su perspectiva de las cosas.
Por eso considero que todos necesitamos un patio propio, un lugar en el que podamos experimentar con nuestras ideas, extenderlas, girarles, torcerles y devolverlas a su sitio para investigar y documentar, lo que damos por sentado al observar nuestro mundo, no importa cuán objetivo o riguroso sea el marco desde el que concibes tus ideas. Tener un ámbito donde generes asociaciones y cuestionamientos a tu propio enfoque y otros enfoques es igual de importante para ser 'libre' en el ámbito científico y académico. De otra forma podríamos quedarnos para siempre bajo la sombra de algún Shakespeare.
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