La masculinidad de jugar Jumanji.

Omvre / Hombre

Jumanji (1995) es un clásico que no pasa de moda. No es que no aprecie a The Rock haciendo el gracioso en cualquiera de sus películas  porque se ha ganado la simpatía de todos a pulso, pero mi versión preferida de Jumanji es ese clásico con Robin Williams. 

Es una chulada de actuaciones, chulada de filmación, chulada de guion y la mayoría de sus efectos especiales (que eran prácticos) han envejecido muy bien. Algunos se siguen viendo botargosos y mecánicos pero eso sólo permitió que se aprovechara en la animación (1996) posterior que se transmitió en nickelodion. 

Entonces las producciones cinematográficas se esforzaban por hacer bien el trabajo, querían involucrarte en un mundo nuevo mediante tus ojos y lo resolvían con elementos y situaciones concretas puestas en pantalla, no con la promesa de emociones pasajeras. 

Hace algunas semanas la pasaban en televisión y me quedé pensando, cual buen procastinador, en toda la metáfora sobre paternidad que enmarca la película. 

Ese es el plot de la historia. El conflicto de la película da inicio cuando Alan Parrish discute con su padre sobre cómo debe comportarse un hombre. Frente a los agresores, frente a responsabilidades, frente a la imposición social. Los roles son claros, el padre sigue la expectativa social mientras que Alan no se ajusta y decide que no quiere actuar como se espera de él. Así que se rebela.

Pero al mismo tiempo Alan se encuentra con un juego de mesa misterioso que lo llama con el sonido de tambores africanos, como resulta ser un juego de mesa hechizado al intentarlo jugar con su amiga Sara es absorbido por el tablero dejando a su amiga con una crisis nerviosa al verlo todo.

Varios años más tarde un par de niños adoptados por su tía llegarán a vivir a la antigua casa Parrish, descubrirán el tablero y continuará el juego. Alan confrontará sus valores de masculinidad frente a los niños y se redimirá con su amiga.


Ser o no Ser


Pero lo realmente interesante es cómo lo muestran. Dentro del tablero existe el cazador Van Pelt, que sigue a Alan tras una mala tirada para cazarle y convertirle en trofeo. Esta es la representación extrema de la masculinidad que su padre quería inculcarle. Van Pelt tiene el rostro de su padre.

Alan debe terminar con el juego mientras evade esta masculinidad siguiéndole con intensión de matarle. La masculinidad es asesina. Mientras busca a su familia, que ya han muerto mucho tiempo atrás, y a su amiga de la infancia, que pasó los últimos años pensando que había enloquecido. Alan trata de resolver las cosas con sus instinto pacífico. 

Sin embargo al momento de darle ejemplo a los niños no puede evitar ser un reflejo de su padre, porque es la única imagen de adultez que llegó a conocer. Después de pasar años en la jungla, otra metáfora de la sociedad. El tablero de Jumanji, en cierta manera explicita las metáforas sobre la sociedad que ya nos están rondando cuando se presenta el problema entre Alan y su padre.

Y lo más chulo de la película es que la manera de resolverlo está en una metáfora dirigida al público. Alan y Sara comienzan a confiar en los niños, a tratarles como personas inteligentes. No tratarles como adultos porque se da cuenta de que su concepto de adultez está tan errado como el de su padre, si no como personas. Y los niños muestran ser aliados inteligentes y capaces de resolver problemas de vida o muerte como los adultos. El mensaje que recibe el público es que las nueva generaciones son tan capaces como las viejas de resolver los problemas del mundo.


Este mensaje se estaba dando al público en los 90s, veinte años antes de que las redes sociales hirvieran en temas como la masculinidad tóxica y la constante intolerancia entre costumbres boomers y millenials. 

Chris Van Allsburg, autor del libro (y Zathura (2005) y El expreso polar (2004)) ya había hecho esta reflexión y la entregaba a sus lectores. La mostraban en cines.

En la actualidad sigue siendo un tema de discusión en redes sociales, cuando las respuestas a esos problemas se dieron hace veinte años. Yo culpo a las redes sociales y el exceso de CGI.


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