Soñar en este idioma

Escribiendo sobre aquello de leer en otro idioma me vine pensando toda la semana en que, si bien los contrastes del lenguaje amplían lo que pensamos del mundo, la literatura imaginativa (digamos ciencia ficción, fantasía, horror, etc.) tiene la intención de expandirnos un poco más, independientemente del idioma en que la consumas.
Los mundos de los que están hablando en el terreno de la ficción imaginativa crean realidades diferentes, divergentes, desafiantes para nuestra realidad. No es sólo una cuestión de lengua, cambiar el pensamiento no es asunto gramatical, sino semántico. Mercedes Tapia nos decía (citando a Lizarraga Cruchaga): Somos solubles en el lenguaje. 
Hoy escribo sobre algunas lecturas ya conocidas, algunas que he captado en la lista de futuros y algunas que he descubierto en lo que va del año.


Entre los clásicos hay joyas en las librerías de mundos vienen a desafiar los conceptos que tenemos sobre el mundo conocido. Éntrale a Tolkien (El señor de los Anillos, El hobbit) que tanto en español como inglés es una joya, en sus rimas y modismos clásicos anglosajones que te dejan breves reflexiones sobre el nombre de las cosas.  
Ursula K LeGuin, tiene las Historias de Terramar que rompe con los temas bélicos de la fantasía, La mano izquierda de la oscuridad y los Desposeídos que te llevan a mundos con diferentes economías, diferentes sexualidades.
Andrej Sapkowski, en la serie de Witcher, que rompe con las convenciones éticas y morales de la fantasía, algo así como si la ética de la caballería conociera a las novelas negras.
Neil Gaiman, Coraline, Sandman, American Goods, Los hijos de Anansi, por su parte que extraen los mundos preservados en la mitología antigua y los inserta directo sobre nuestra urbanidad cotidiana. Te sorprendería darte cuenta de cuan familiares son aquellos seres antiguos.

Sin dejar fuera dos clásicos en español, que he visitado y revisitado de vez en vez en mi vida, aunque tengo algunos pendientes con ellos:
Jorge Luis Borges, en El Aleph y Ficciones, muestra mundos en primera instancia ordinarios en los que resaltan misterios y revelaciones multidimensionales comprensibles e inverosímiles a través de la racionalidad. Vale mucho la pena visitar (los tengo entre mis pendientes) los libros de relatos que publica con Bioy Casares y las historias de Bustos Domeq.

Julio Cortazar, de quien tengo pendiente  terminar Rayuela, que luce por la perspectiva que esboza sobre el mundo cotidiano entre las emociones cotidianas. Pero Historias de cronopios y famas, Las armas secretas, Octahedro y Todos los fuegos el fuego, guardan relatos que transportan a lo extraordinario a través del puro cambio de la lente con que se explican las cosas. Mi cuento favorito de siempre: La continuidad de los Parques (uf! y Cap 7 de Rayuela).

Ahora que en la ficción sobre el futuro hay una gran cantidad de autores y mundos  que exploran la historia posible, las tecnologías posibles, las especies posibles y la toma de consciencia por entidades más allá de lo humano.
Olaf Stapledon, explora otras realidades fisiológicas a través de mundos en El hacedor de estrellas. 
Isaac Asimov, la serie Fundación o todo el Ciclo de Trantor (que incluye también la serie Robots y la serie del Imperio), nos adentra en la historia de toda la galaxia. Desde el Yo, Robot en que razonaba los alcances de la tecnología  d ela consciencia antropomorfa hasta el destino del  legado humano en la fundación.
Arthur C. Clarke y su serie Odisea espacial, que viene y va sobre una raza alienígena que observa la evolución de otras especies. Pero también son impresionantemente antropológicos: Canticos de la Lejana Tierra, El fin de la infancia, la serie de Cita con Rama, donde nos confronta con las sorpresas de la exploración del cosmos.
Poul Anderson tiene La nave de un millón de años, Tau Zero, La patrulla del tiempo, reflexiones sobre la individualidad y la colectividad en condiciones ejemplares, el viaje relativista o la inmortalidad.
Alastair Reynolds, la serie Espacio Revelación (que aún no leo) y el asombroso cuento de Zima Blue son cosas que me siguen enganchando a la vida.

Algunos de estos mundos aún no llegan al español y tengo en mi lista de espera:
N. K. Jemisin con la Quinta estación. Una serie sobre la disputa de clases sociales, tras catastrofes provocadas por magia geologica
Kameron Hurley con Las estrellas son legión. Una space opera que sonrojaría a la saga de Alien.
Nnedi Okorafor con la serie Binti. Mientras Binti ingresa a la universidad más importante de la galaxia, toma partido en la confrontación entre aliens y humanos.
Arkady Martine con serie Teixcalaan. Aztecas y Bizantinos en un mundo alterno en esta historia diplomática y poética.
Ann Leckie con la trilogía imperial radch. Una inteligencia artificial redescubre su existencia cuando adquiere un cuerpo humano.
Djélí Clark con la serie Dead Djinn. Un mundo árabe nunca colonizado en el que conviven con la magia tradicional.


Finalmente, aunque seguramente me quedo corto porque voy empezando en esto de los autores mexicanos, este año he estado descubriendo a muchas autoras. En particular gracias a las presentaciones de la Mexicona y autores de quienes ya había oído pero no me había atrevido a leer.
Andrea Chappela de quien he leído Ansibles perfiladores y otra máquinas de ingenio (2020) colección de relatos con un enfoque esperanzador del futuro y la tecnología, pero no por ello más optimista que las noticias que vemos a diario.
Olivia Teroba también tiene muy buenos ensayos en Un lugar seguro (2019),  y relatos en Respirar bajo el agua (2020), me gustan por la manera en que conduce las emociones en sus historias a través de los detalles y sensaciones. Dependiendo el lector cada relato te parecerá muy común o muy ejemplar.
Daniela L. Guzmán ha publicado (y de manera libre por si quieren buscar) Noche de Pizza con mi Villano (2019), Un tlacuache salvó este libro del fuego (2021) y sus relatos son postres muy amenos de reflexión y preguntas, sobre tecnologías en el presente y el futuro. 
Gabriela Damián Miravete de quien he leído solo su cuento Soñarán el jardín, y sigo buscando La nieve y los pájaros, porque tiene una manera muy impresionante de platicar sobre nuestro presente como un recuerdo. 
Alberto Chimal A quién conocí por sus relatos fantásticos, en El país de los hablistas (2001) y Gente de Mundo (1994), alguna vez me encontré con Grey (2006) y los esclavos (2009), he tenido encantos y desencantos con sus textos pero recientemente he leído La noche en la zona M (2019) y he reevaluado. Tiene un toque de empatía con sus personajes, con el lector que solo la maestría permite.
Raquel Castro, tiene mucha literatura juvenil que no he leído, pero decidí ponerla en la lista desde que leí El ataque de los Zombies (2020) por el gran humor con el que cuenta los eventos más inesperados y porque también soy fan de Bobby Smith. 

 

Y pues ya, esta lista es un poco para que curioseen por sí mismos y un poco para recordarme a mí mismo o no olvidar los textos que quiero leer en este mar de asuntos que es la creación de mundos. Porque oigan, uno también tiene que organizar sus procrastinaciones.

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